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LA CRUZ Y TU AMOR  

 Te alabo Padre Eterno

por cada una de las heridas que llevo en el corazón;

te alabo y canto loores  a tu nombre,

porque lejos de morir

bajo el peso de la tristeza,

aquellos profundos dolores  lo único que lograban

era abrir más espacio en mi corazón

para que entraras con toda tu gloria y majestad.

 

Te alabo y te bendigo

porque el desprecio y la humillación que sufrí de mis hermanos,

alejaron de mi la soberbia

que no me permitía ver la luz de tu Presencia.

 

Muchos hombres rompieron mi cuerpo,

y esos hombres me robaron

hasta el último aliento de mi vida,

pero fue ahí

que aprendí a caminar

por la fuerza de tu Santo Espíritu.

 

Padre Eterno

te alabo y te bendigo,

porque sin  todas las heridas de mi corazón,

que me robaron la coherencia de lo cotidiano,

jamás hubiese podido descubrir

el gozo de postrarme ante tu Presencia.

 

Se Mi Señor

que era tan grande el pecado

de mi orgullo y mi vanidad,

que sin todas las heridas de mi corazón

jamás hubiese buscado

Tu Grandeza,

que en una cruz murió por nuestro pecado.

 

 

Gracias Padre

Y aunque por momentos reniego

de estos pies cansados,

de este corazón  que ya no quiere hacer camino,

la esperanza

que sembraste en mi alma,

es la luz que me muestra

un nuevo amanecer

y el precio de mi libertad

cubierto por tu preciosísima sangre,

me lleva a buscar el refugio de tus abrazos.

 

Gracias Padre

por el dolor que rompe las cadenas de mi torpe humanidad.

Gracias Padre

por el dolor 

que me lleva a buscar tu rostro,

gracias Padre,

por Tu amor  que es la vida que me acerca a la eternidad.

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