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EN EL ARDOR DE TU MISERICORDIA  

 

Abrazada al ardor de tu misericordia

mi Cristo Amado,

descubro

que el fuego del dolor

no es más que ese crisol

donde mi alma se trasforma.

 

Frágil y encarcelada                                                          

es mi condición de humanidad:

que se esconde

del maestro que algunos llaman dolor,

pero que bajo el amparo

de tu mirada,

es el lugar

donde algunas veces, Tu Mi Señor,

das nuevos matices a mi vida.

 

Orgullosa y encumbrada es mi soberbia,

que huye del visitante extraño

que algunos llaman dolor,

y que con recias manos

me lleva a lugares

que ni en sueños he visitado.

 

Mas….

por encima de la razón que me ata

a los sueños de la carne,

esta la inmensidad de  vivir alabando Tu Presencia.

 

Te alabo Padre Eterno

porque bajo el manto de tu ternura

pude descubrir

que cada una de las heridas que llevo en el corazón

son el horizonte de transformación                        

que quieres para mi vida.

 

Gracias Mi Buen Dios,

y aunque por momentos reniego de estos pies cansados,

y este corazón que por momentos,

no quiere

hacer camino a la esperanza,

solo quiero decirte

que se que me estas acompañando

aunque mis sentidos sientan ausencia de Ti.

 

Gracias Mi Buen Dios,

por el dolor que rompe

las cadenas de mi torpe humanidad,

Gracias Mi Buen Dios,

por el dolor que me lleva a buscar tu rostro,

Gracias Mi Buen Dios,

y aunque por momentos tu amor no comprenda

se que es la vida

que me acerca a la paz de vivir

en el arrullo de Tu Mirar.

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