

DESIERTOS...
Aun en el más árido
de los desiertos
mi alma a de adorarte
Oh mi Jesús, amado mío.
Aunque
las cadenas de la tristeza
aprisionen tan fuerte
mis sonrisas y mi esperanza
que me dejen
sin el último aliento de vida,
mi alma ha de adorarte
Oh mi Jesús, amado mío.
Tal como mi corazón
fue creado
para darle vida a mis días,
mi espíritu
vive tan solo por adorarte,
Mi Jesús, amado mío.
Y cual inmensa
es Tu locura de amor,
y cual inmenso
es el manto de tu misericordia,
que aún en el lodo cenagoso del pecado
ese rayo de luz
de tu amantísimo corazón,
nos alcanza,
devolviéndonos la esperanza de vida.
Y no te alabo mi Señor
para que mantengas
fuera mi tristeza,
y no te adoro mi Señor
para que le des fuerzas a mis huesos,
pero es que como no he de amarte,
si
solo con ver
el infinito sueño de amor
que se esconde en tus ojos,
mi corazón, mis manos, mis sueños
y hasta la más pequeña
de las esperanzas
te pertenecen.








